domingo, 22 de abril de 2012

Nowhere else

Allí estaba ella, sentada sobre su porche, abrazando firmemente su libro preferido. Bueno, en realidad no estaba muy segura de que realmente fuese su libro preferido, pero había escrito una cita de Harun Yahya en él. Debía ser importante. Pero no exageremos. Callit estaba dispuesta a aceptar cualquier argumento con tal de que aquel francés cabezota saliese de esa puerta de madera vieja y se manifestase. Daba igual lo que dijese, solo tenía que ser algo. En aquellos momentos, Callit habría matado por volver a escuchar ese Sucrez-me la bite, o la risa seca y contundente del muchacho. Quizá, incluso, estuviese loca de deseo por ser la destinataria de las mismas palabras que había rechazado: Je crois je t'aime un peu...
Nunca lo habría admitido porque su madre, Victor e incluso Angie estaban en lo cierto. Se había convertido en una chica de hielo. Y lo mejor que podía hacer, mientras aquel basto cielo azul cobalto se extendía y extendía ante ella, mientras la cálida brisa de las noches de verano se cernía sobre ella, era empezar a descongelarse. Porque Marcus se había ido, porque su padre estaba en la guerra, porque  Pete y Edward no iban a perdonarla nunca, porque Victor aun estaba ahí.




Corazón de mariposa

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